sábado, 10 de julio de 2010

La teoría del enchufe

Andrés Vázquez. Asunción. Julio de 2010

Si nos detenemos un momento a pensar en el uso de las tecnologías de la comunicación y de la información, vemos que en estos veinte últimos años han cambiado la vida cotidiana de la gente normal más que los cuarenta anteriores. Han cambiado las fronteras, la cultura, la forma de aprender, de trabajar y hasta de encontrar pareja... y en el centro de todo está internet. Pero internet no es ya aquel territorio virgen, fabuloso, que conocimos un día. Los gobiernos, las corporaciones las personas oportunistas y las delincuentes han tratado de modificar su geografía a su imagen y semejanza, hacer que lo que era un territorio cooperativo donde no se diferenciaban emisores y receptores se parezca cada vez más a una nueva televisión... y en general han fracasado. Pero no hay que menospreciar el poder y la paciencia de los enemigos de la sociedad abierta: ahí está el poco desarrollo de procesos reales de alfabetización digital para recordarnos lo poco influyentes que somos frente al poder todavía, y me refiero a toda forma de poder, y el escaso compromiso del país con las nuevas libertades.

En el Paraguay de hoy la mayoría de la gente ni sabe usar, ni tiene a su alcance, aquellas herramientas tecnológicas que les podrían ayudar a ser más libres e independientes. Independientes de la información de los oligopolios multimedia, pero también independientes creativamente, económicamente e independientes de las instituciones para gobernarse y organizarse. La internet que les venden es sólo una especie de centro comercial por catálogo donde sólo se les pide que presten información, respondan cuestionarios de horóscopo y gasten dinero. Todo esto sin pensar demasiado.

El rol del docente, y ampliando el rol de docente a toda persona dispuesta a compartir conocimiento, ya no solo se centra en repetir modelos estancos. La actual conformación de la plataforma de internet está en plena fase amorfa en la que todo proceso aporta y ese aporte puede ser significativo.
Pocos procesos de construcción cívica se han planteado más democráticos que el que tenemos frente a nuestras narices. Internet de hoy no es la internet de mañana. Nuestros hijos, los niños, niñas y adolescentes de hoy, están construyendo un pensamiento colectivo. Depende de nosotros, los docentes, hacer que esa construcción de una comunidad global sea construida con responsabilidad: defendiendo las libertades y los derechos civiles de los que estamos ya en el nuevo mundo, porque son la avanzada de las libertades de todos. Pero también divulgar el uso "independizador" que la red puede tener para la gente.

Cuando nos enteramos que los chicos están expuestos a tantos riesgos en internet lo primero que pensamos es en protegerlos, cortar internet, quitarles el celular, evitar todas las formas en las que puedan estar expuestos a cualquier riesgo. Y entonces, me digo que es válido. Pero también me pregunto: cuando yo empecé a caminar, ¿mis padres cortaron la electricidad por miedo a que electrocutara o tomaron precauciones y me enseñaron los riesgos de meter los dedos en el enchufe?

1 comentario:

  1. Querido Andrés,

    Quienes tenemos oportunidad de hacer algo de alguna manera somos beneficiados por la existencia de este medio. Sólo debemos seguir generando y CONECTANDO aquello que aporta para bien.
    Hoy tenemos la posibilidad de acercar expresiones de pensamiento, artísticas y de vida en general de cuantiosa valía, que en otros tiempos serían completamente impensables. Pero bien sabemos que las oportunidades de aprendizaje y enseñanza no van de la mano de los avances tecnológicos. Lleva más tiempo pensar y aprender a pensar esta herramienta poderosa como arma de crecimiento. A veces la facilidad de acceso implica un peor cribado de lo que se encuentra, y muchas veces el copy/paste hace que sea fácil cumplir con lo evidente pero no con lo necesario (lo digo por los alumnos que googlean y pegan lo primero que encuentran). Pero, ¿sabés qué? Prefiero eso a que no lo hagan. Sólo debemos trabajar mucho en estimular la imaginación y, por sobre todo, la curiosidad. Escuchar muchas campanas enriquece, y sé de primera mano que los niños acempañados críticamente en la adquisición de conocimientos (y diversión, por qué no) no se chupan el dedo, y aprenden a ser selectivos. Es mejor que tengan en sus manos todas las armas a protegerlos del mundo, porque cuando deban enfrentarlo tienen que estar preparados.

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